CHUS BLASCO / El mito de Casandra

Las pymes somos nosotros

El mito de Casandra tiene sus raíces en la mitología griega antigua. Casandra era la hija del rey Príamo y la reina Hécuba, dos nobles troyanos en el templo de Apolo. El dios Apolo se enamoró de ella. Le hizo la propuesta de concederle la capacidad de profetizar el futuro si se casaba con ella. Casandra aceptó y Apolo le otorgó el don de la clarividencia. Pero una vez que tuvo el regalo, ella se negó a complacerlo y a cumplir su promesa. Dice el mito de Casandra que Apolo entró en cólera y la maldijo. Como castigo, Casandra conservó el don de la clarividencia, pero perdió su capacidad de persuasión. Nadie a su alrededor creería en sus vaticinios. Así que todo lo que ella imaginó y explicó, no fue escuchado. Se opuso rotundamente a que el caballo de Troya entrara en la ciudad. Quería evitar la tragedia porque sabía de su contenido, pero nadie la creyó. Esa era su maldición.

 

Ser un “cenizo”

Es una combinación interesante la posibilidad de “ver el futuro”, unida a la incapacidad de actuar sobre él. Me ha fascinado conocer el mito. Durante bastante tiempo pensé que yo no me explicaba bien. Como consultora de estrategia y finanzas, veía riesgos que mis clientes, empresarios de pymes, no estaban viendo. Yo creía, que, si era capaz comunicar mejor, las personas a las que asesoraba podrían actuar gracias a lo que les proponía. Pero no es así como funciona. Para algunos empresarios es más fácil pensar que el financiero es “un cenizo” (y que no es necesario hacerle caso), que aceptar lo que no quieren escuchar. No vaya a ser que el financiero tenga razón y te obligue a hacer cambios que no deseas. No es posible minimizar los riesgos si antes no existe conciencia del problema.

Cuando tu trabajo es advertir a otro de los riesgos que está corriendo, tienes que empatizar con la perspectiva de tu interlocutor. Tener clarividencia, viendo amenazas que el resto no está viendo, no te da la capacidad de la persuasión. Cuando ves cosas que los demás no ven, solo tiene una verdadera utilidad si los demás dan credibilidad a tus palabras y hacen algo con ellas. Hay que entender que a la mayoría de las personas que dirigen sus propios negocios, no les gusta tener alguien al lado con el cuento de “que viene el lobo”. Así que no puedes ayudar a una empresa a resolver un problema cuando no sabe que lo tiene.

La percepción de algunos clientes sobre el valor de mi anticipación era nula. Así que puse el foco en la comunicación. Porque el mensajero es más importante que el mensaje. Por el camino, he descubierto que muchos asesores y consultores, no están entrenados en estas habilidades. El conocimiento de los riesgos importa, pero si no comunicas bien o nadie te hace caso, tu mejor capacidad no va a servir para buscar soluciones.

 

Actuar sobre el futuro

Las personas, especialmente las más emprendedoras, necesitan más incentivos que consejos. Los retos de las pymes cada vez son más complejos. No pueden resolverse aumentando la financiación. Para cualquier pyme, en el contexto de incertidumbre actual, aumentar la deuda no resuelve nada. Eso es tan sólo un parche para ganar tiempo. El mejor camino para progresar en una economía de servicios y digital es adaptar el modelo de negocio.

Tengo claro que no puedes ayudar a alguien que no quiere cambiar. Pero es absurdo pensar que los empresarios de pymes no quieren defender lo que han creado. Sí que necesitan una ayuda honesta sobre las oportunidades que tienen y los riesgos que estás corriendo. Es un rol más complejo y transversal. Se trata más de ser un asesor de confianza del empresario, alguien con perspectiva externa. Porque nadie desde dentro querrá poner en riesgo su trabajo por decir lo que el empresario no quiere oír.

Tomar decisiones sobre los riesgos que corres es personal. La complejidad de dirigir un negocio no va a reducirse, sino todo lo contrario. Hacerlo con acompañamiento siempre es mejor que en solitario. Dejemos de hablar de las pymes como de personas sin conocimientos. En la era de Internet, el conocimiento está disponible. Las personas que sienten la necesidad de desarrollarse a nivel personal y profesional no dejarán de crecer. Las pymes somos nosotros, tal como afirma Tom Peters en su libro ¡Excelencia ahora! Humanismo extremo.

 

“La pandilla de “gurús” del management – ¡incluido yo! – actúan como si el mundo de los negocios consistiera en las empresas que están en el Fortune 500. Pero el hecho es que la mayor parte de la gente, más del 80 por ciento, trabaja en pequeñas y medianas empresas (pymes) que no son reconocidas. Las pymes somos nosotros.” Tom Peters

 

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