Twitter, una vez considerada una especie de ágora digital y global, ha sufrido cambios significativos que han llevado a muchos a cuestionar su futuro. La red social se popularizó rápidamente gracias a su formato abierto y sencillo de microblogging. Sin embargo, la necesidad de monetizar la plataforma cambió su dinámica. La búsqueda de un modelo de negocio llevó a la red a centrarse en las interacciones, lo que a su vez generó un aumento en los contenidos de odio. Este cambio también creó un bucle retroalimentado con la opinión pública, exacerbando la desconfianza en la sociedad.
Además, la plataforma se ha convertido en un campo de batalla para intereses egoístas, desde empresas hasta políticos, que han explotado la dinámica de la red para sus propios fines. Casos como el de Cambridge Analytica demuestran que hay esfuerzos coordinados para manipular la opinión pública a través de Twitter. Mientras tanto, las instituciones públicas y los partidos políticos han sido lentos en abordar estos problemas, dejando un vacío que ha sido llenado por actores con intereses particulares.
En resumen, Twitter ha pasado de ser un espacio de encuentro y debate a un entorno dominado por la lógica capitalista y los intereses egoístas. Este cambio plantea preguntas urgentes sobre el papel de las redes sociales en la sociedad y la necesidad de un debate público sobre su regulación y futuro.
*** Información extractada del artículo original publicado en: ***
El Salto Diario
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