Prohibido trabajar, estudiar o reírse: la toma de Kabul por parte de los fundamentalistas hace presagiar el peor retroceso para las mujeres.
El 14 de abril de 2021, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anuncia que en unos días comenzará la retirada de las tropas de Afganistán. En mayo y junio, mientras los estadounidenses se repliegan, los talibanes avanzan de forma violenta. Entre el 7 y el 11 de agosto, los talibanes toman nueve ciudades en cinco días. El 15 de agosto, los talibanes llegan a la capital, Kabul, y declaran su victoria y el fin de la guerra. Mientras tanto, miles de afganos tratan de huir. Ven que se hace realidad la peor de sus pesadillas. Sobre todo si son mujeres.
La historia reciente de las mujeres en Afganistán ha sido como mínimo turbulenta, ganando o (sobre todo) perdiendo derechos en función de quién manejara los mandos del país. Antes de la invasión rusa de 1979, las mujeres afganas vivían en libertad y tenían derechos. En 1919 lograron el derecho a voto, en los años 50 se abolió la purdah (separación por sexos), y en los 60 se ratificó una nueva Constitución que acordaba nuevos avances en igualdad.
En los años 80 comenzó el retroceso, con la ocupación soviética y los conflictos entre grupos muyahidines y las fuerzas del gobierno, pero fue en los 90, con el control talibán, cuando los derechos de las mujeres en Afganistán cayeron en picado.

Ni estudiar, ni trabajar, ni reírse
Los talibanes, que controlaron el país entre 1996 y 2001, pusieron en marcha su propia versión de la ley islámica y, tal y como recoge Amnistía Internacional, a las mujeres se les prohibió estudiar, trabajar, salir de casa sin un ‘guardián’, mostrar su piel en público, participar en política o acudir a una consulta médica atendida por hombres, con lo cual el acceso a la sanidad se volvió casi imposible, teniendo en cuenta que las mujeres tampoco podían trabajar.
La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA), que lucha por los derechos de las mujeres y por una sociedad laica y democrática, recoge hasta 29 prohibiciones que impusieron los talibanes a las mujeres afganas, entre otras reírse en voz alta, usar zapatos de tacón, vestir colores vistosos o montar en bici. En caso de incumplir estas normas, las mujeres podían ser sometidas a palizas y torturas.
Prohibido salir de casa sin un ‘guardián’, mostrar la piel en público o ponerse tacones
Las violaciones y la violencia contra las mujeres se convirtieron en algo cotidiano entre 1996 y 2001, señala Amnistía Internacional, que recoge el caso de una mujer de Kabul a la que le cortaron la punta del pulgar por llevar las uñas pintadas. RAWA habla de “muchos” más casos de amputaciones de dedos por este motivo…
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