No se trata de cuándo o dónde se trabaja, sino de hacer el trabajo
Durante décadas, la jornada laboral suponía que los empleados llegaban a sus escritorios a las 9:00 de la mañana, almorzaban al mediodía y salían a las 5 o 6 de la tarde. La pandemia, por supuesto, cambió esto. Los trabajadores no sólo han estado haciendo su trabajo desde lugares remotos en los últimos dos años, sino que también han cambiado cuándo, exactamente, lo hacen.
Este cambio ha dado lugar a nuevos modelos de trabajo, incluida la llamada «jornada laboral no lineal». Los empleados que emplean esta modalidad pueden realizar su trabajo fuera del tradicional bloque rígido de 9 a 5, a menudo cuando mejor les convenga.
Al trabajar de forma asíncrona -manteniendo un horario diferente al de sus compañeros-, los trabajadores pueden completar las tareas en ráfagas flexibles y concentradas repartidas a lo largo del día. La idea es que los empleados puedan articular sus horarios de trabajo en torno a su vida personal, en lugar de atiborrarse de horas fijas y fijadas en contratos.
En décadas pasadas, las jornadas laborales «no lineales» solían ser bastante inusuales. Ahora, sin embargo, la adopción masiva de modelos de trabajo híbridos y a distancia, así como de horarios cada vez más flexibles, significa que estas modalidades son más asequibles para amplios sectores de la población laboral activa.
En algunos casos y sin darse cuenta, muchas personas ya la practican esta forma de trabajo en cierta medida. Un ejemplo es cuando eligen laborar a última hora de la noche o adelantando proyectos a primera hora de la mañana.
No todos los empleadores van a dar a los trabajadores este grado de libertad, por supuesto. Pero en el nuevo mundo del trabajo, las jornadas «no lineales» van a tener un mayor protagonismo en algunos sectores.
Según los expertos, el trabajo asíncrono tiene innumerables ventajas, siempre que se tomen ciertas medidas.
Control sobre el tiempo
Aunque las jornadas «no lineales» parecen ser el último producto de la pandemia que sacude el mercado laboral, no son un concepto nuevo.
De hecho, son un retroceso a la forma en que los seres humanos trabajaban tradicionalmente en la época preindustrial, cuando una jornada laboral típica duraba desde el amanecer hasta el anochecer, intercalando descansos regulares, comidas y siestas.
Sin embargo, cuando la sociedad se industrializó, surgió una rígida semana laboral de 5 días y 40 horas en las fábricas, afirmó Aaron De Smet, socio de la consultora McKinsey & Company, con sede en Nueva Jersey (Estados Unidos).
El modelo de la jornada de 8 horas se trasladó a la oficina, e incluso con la llegada de la tecnología, la sabiduría convencional y las normas sociales hicieron que se mantuvieran las estructuras fijas de oficina de 9 a 5.
Sin embargo, según De Smet, la pandemia sacudió este pensamiento tradicional, ya que los trabajadores siguieron siendo productivos mientras se tomaban descansos, pasaban tiempo con la familia y trabajaban en horarios flexibles….
(Recorte de prensa / Clipping)
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