Que le den al metaverso

No soy un chalado anti-tecnología ni nada que se le parezca, pero ya está bien. La adicción a la tecnología nos está haciendo perder el contacto con nosotros mismos y con el mundo. La cuarentena eterna y voluntaria que traerá consigo el metaverso eliminará el cuerpo físico de la ecuación; y el tiempo, sin una presencia con sentido, se hará hueco. Con tanta expectativa en lo virtual no hallaremos nada en el presente más que horas vacías frente a una pantalla.

Que no cuenten conmigo. Me rebelo. Aún me gustan los goles en fuera de juego, las patatas aceitosas, las chuletas en los exámenes, la lluvia y las petacas en los entierros. Lo siento, Mark Zuckerberg, estoy vivo. Hago la cama cada mañana para luchar contra mi dejadez, mi caos. Y no me importa hacerla. Quiero saber qué es la piedra y cargar con ella y llorar mientras escribo sobre la piedra. Porque, como Sísifo, el esfuerzo mismo de su carga llena el corazón del hombre.

No quiero un simulacro de vida en código binario, la no-existencia, el hombre de hojalata, el zombie. Yo soy yo, no mi avatar. Soy un gordo imperfecto y arrogante pero me prefiero mil veces así que una falsa proyección en Internet con cuerpo de CR7. Del metaverso dame solo el verso. Quiero que mi familia escuche a los grillos, que sepan usar el tirachinas y que hagan la cama.

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