La investigadora de ciberviolencia Eleonora Espósito explica en La Ventana cómo pueden afectar estas agresiones virtuales y por qué todavía no son denunciables
Las nuevas tecnologías permiten trasladar muchos de los aspectos de nuestra vida al espacio virtual, y los últimos avances liderados por Facebook permiten que más y más personas puedan trasladarse a ese nuevo mundo virtual, el metaverso. Con la popularización del metaverso, sin embargo, ha llegado al mundo virtual también la violencia contra las mujeres.
El pasado diciembre, una usuaria de ‘Horizon Worlds’, el universo virtual de la empresa de Mark Zuckerberg, denunciaba una agresión sexual en los primeros sesenta segundos tras entrar en la plataforma. Varios avatares masculinos, explicó, abusaron de su avatar verbal y físicamente, tomando incluso fotografías del acto.
Cada vez más personas utilizan estas plataformas, y preocupa cómo puede replicar la misoginia del mundo real. En La Ventana hemos hablado con Eleonora Espósito, que lidera un proyecto sobre ciberviolencia en el Instituto Europeo de Igualdad de Género y es investigadora del Instituto de Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.
Denunciar violaciones virtuales aún no es posible
Las consecuencias de este acoso virtual, explica, son “exactamente las mismas” que en los espacios no virtuales, y “el impacto psicológico es enorme, todos coinciden en que la ciberviolencia tiene efectos negativos sobre el bienestar físico emocional y puede conducir a la depresión, el estrés, la culpa”.
Uno de los principales problemas, explica, es que no existe un marco legislativo para controlar y castigar esta violencia virtual: “Existen varias directivas y reglamentos de la Unión Europea que se aplican directa o indirectamente a esas formas de violencia, pero aún no existe un instrumento legal a nivel de la UE que defina esas violencias cibernéticas, su terminología”.
“Faltando esto”, explica Espósito, “las autoridades nacionales y los organismos encargados tienen menor capacidad para actuar”. “Antes de lanzar estas nuevas tecnologías, se debería considerar, no sólo su impacto económico, sino también su impacto social y la vulnerabilidad potencial de sus usuarios, con un enfoque específico en grupos como las mujeres, minorías étnicas o religiosas”.
Las mujeres, en la diana
La violencia virtual…
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