¿Por qué todavía no podemos votar en unas elecciones por internet?

  • La idea del voto electrónico es no tener que acudir de forma presencial a votar, sino hacerlo online, pero esto tiene retos y problemas que aún no se han solucionado
  • Por ejemplo, que la autenticación sea válida, que se pueda garantizar el anonimato y el voto no manipulado, y que los mecanismos digitales utilizados se puedan auditar
  • El único país europeo que ha implantado este sistema por completo es Estonia; en España, se necesitarían además cambios legislativos y sociales
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EXPERTOS

Cuando publicamos en 2020 por primera vez este artículo, se acercaban las elecciones gallegas y vascas, después de que la pandemia de coronavirus y el confinamiento obligaran a aplazarlas. Había gente pidiendo que se volviera a hacer debido a los rebrotes que se estaban registrando en algunas localidades de estas comunidades y el riesgo (y hasta el impedimento) de acudir a los colegios electorales.

Frente a esa situación, resurgieron preguntas que llevamos muchos años haciéndonos: ¿por qué no votar por internet? ¿Cómo es que en España no existe a día de hoy un sistema seguro para unas elecciones? Tres años después y ante las elecciones generales del 23-J, volvemos a hacernos las mismas preguntas y la realidad sigue siendo la misma: no existe ni en España ni tampoco en la mayoría de países y los sistemas no garantizan que no haya fraude electoral. *

Retos (y problemas) principales: una autenticación válida y garantía de que el voto no se manipule

La idea del voto electrónico es que yo no tenga que acudir a mi colegio electoral para votar, ya sea porque estoy fuera del país o porque no puedo desplazarme hasta él. Si podemos hacer trámites con la Agencia Tributaria, con el banco o firmar contratos electrónicamente, ¿por qué no votar en unas elecciones?

“En primer lugar, porque hay que poder auditar el sistema sin que las ‘transacciones’ sean trazables: se trata de conservar la anonimidad del voto a la vez que de mantener un registro susceptible de ser revisado”, escribía en 2018 en elDiario.es Alberto Penadés, profesor de Sociología en la Universidad de Salamanca, justo cuando el Congreso debatía esta opción para la reforma electoral.

Hablamos de decenas de millones de personas conectándose a una plataforma que tiene que asegurarse de que haya constancia de que su voto se ha registrado sin que nadie, ni siquiera las personas que la han desarrollado o las que están pendientes del resultado, vea cuál es. No parece tener gran complicación, pero dependiendo de cómo se haga ese registro, puede haber una trazabilidad hacia el voto. ¡Y el voto tiene que ser secreto!

Francisco Lupiáñez, fundador de Open Evidence, un grupo de investigación de ciencias sociales, y profesor de la UOC, señala a Maldita Tecnología que, además de este problema concreto, esta actuación “tiene lugar en un entorno no controlado, así que resulta difícil comprobar que se está votando libremente”.

El Parlamento Europeo sacó la misma conclusión en un informe sobre el voto electrónico: “compromete potencialmente el secreto del voto, ya que es imposible garantizar que nadie está vigilando de alguna manera a los votantes cuando lo emiten” y, por ello, lo que recomienda es que, de instalarlo, se haga pensando para grupos reducidos. Por ejemplo, personas con alguna discapacidad que pudieran tener dificultades para salir a los colegios….

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