Después de un par de años de castigo severo, el Mobile World Congress de Barcelona ha comenzado en este (todavía) pandémico 2022 a recuperar buena parte del lustre perdido en la edición del año pasado. La cita, una de las más grandes del sector tecnológico junto al CES de Las Vegas o IFA de Berlín, no alcanzará durante la presente edición, que cierra el jueves, la afluencia de 2019, quedándose, con suerte, en los 60.000 asistentes frente a los más de 100.000 de pasadas ediciones. Y tampoco le ha hecho falta. Sin grandes alardes en su primer día, el evento ha conseguido llamar la atención y, al menos, colmar las expectativas de unos asistentes que, quizá, después del solar del pasado verano traspasaban la puerta con el listón más bajo.

Aun sin efecto ‘wow’, quien plantó sus pies en el recinto de la Fira a lo largo del lunes no ha tenido un segundo de respiro. Ya estemos hablando de inversores, directores de startups, trabajadores de grandes tecnológicas o plumillas curiosos a la caza de historias que contar. Mirases donde mirases, estuvieses en el pabellón en el que estuvieses, la sensación era la de estar metiendo la cabeza por una ventana y echándole un vistazo al futuro o, al menos, al futuro según tecnológicas de todo pelaje y tamaño. Uno en el que tecnologías como el metaverso o el 5G jugarán un papel capital. Uno que, al final, puede cumplirse o no.

Igual pilotas en París que navegas en Valencia

El 5G está llamado a revolucionar la industria. Durante el Mobile World Congress, las ‘telecos’ han dedicado gran parte de sus espacios a compartir con los asistentes casos de uso práctico de la nueva red. Orange, por ejemplo, permitía controlar coches de carreras ubicados en Paris en tiempo real, y sin latencia apreciable. Todo con un móvil plegable Galaxy Fold de Samsung entre las manos. También era posible controlar un pequeño submarino que se encontraba en el..

Hasta aquí nuestras 300 palabras de avance.
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