En Sabadell, en 2012, se vivió una experiencia inolvidable en la Plaza Mayor. En pleno mediodía de un día festivo, la tranquilidad de la plaza se vio interrumpida por un contrabajo que comenzó a tocar en solitario. Los curiosos se detuvieron a mirar, sin saber que estaban a punto de presenciar algo extraordinario. Poco después, una violinista se unió, seguida, uno a uno, por el resto de una orquesta completa, incluyendo un coro. Juntos interpretaron la Sexta Sinfonía de Beethoven, envolviendo a la plaza en una atmósfera de belleza y asombro. La sorpresa se transformó en admiración y participación, creando un profundo sentido de comunidad. Fue un acto espontáneo, pero perfectamente orquestado, que mostró el poder de la música para unir a las personas. Un homenaje a la belleza, a la solidaridad y al amor por lo sublime que dejó una huella imborrable en todos los presentes.