El Senado de Estados Unidos, sus máximas autoridades mercantiles, y el abogado que casi noquea a Bill Gates en los 90 coinciden: hay que poner fin al dominio que Zuckerberg tiene sobre 3.600 millones de personas. Y tiene que ser ya.
El día 28 de octubre de 2021, Mark Zuckerberg sacudió Facebook, el paraguas donde conviven la red social homónima, WhatsApp, Instagram y otras iniciativas, hasta que no quedó ni el nombre. Asediado en varios frentes, con el nombre de Facebook contaminado por su pasividad frente a los discursos de odio y desinformación durante años, con una exejecutiva (Frances Haugen) destapando los trapos sucios de la compañía frente a políticos y medios, Zuckerberg decidió cambiarle el nombre a su empresa e invitar a los cerca de 3.600 millones que cada mes utilizan alguno de sus servicios, a mirar a través del espejo de la realidad virtual. En Connect, un evento mundial para sacar pecho y presentar novedades al estilo de las grandes presentaciones que Steve Jobs manejaba como nadie, Zuckerberg nos dijo que Facebook se llamaba ahora Meta, y que su misión era vendernos un mundo de fantasía que usar de fondo de nuestras vidas; o una Matrix tardocapitalista que encarnaba las distopías del género cyberpunk hasta en el nombre –el metaverso de Neal Stephenson–, según se mire. Las bolsas respondieron frenando una caída que, desde septiembre, se había llevado por delante el 20% del valor de la acción, tensada ya por tanto escándalo. Zuckerberg pudo respirar tranquilo durante… seis días.
El día 4 de noviembre, Zuckerberg descubría que el marketing no podía frenar la maquinaria judicial, ni a las sedes del poder político estadounidense, sedientas de sangre tecnológica. Ese día, nos enterábamos de que los supervivientes de una pequeña startup de fotografía, Phhhoto, habían conseguido que se abriese un caso de antimonopolio contra Meta. Por tácticas que cualquiera que haya seguido la carrera de Facebook –o usado sus productos– conoce bien: aplastar a la competencia borrándola de sus plataformas y lanzando servicios muy muy similares. Phhhoto, destrozada por un combo de una supuesta oferta de compra que nunca llegó mientras Instagram adaptaba todas sus virtudes de forma interna, fue menos afortunada que Snapchat, la un día triunfadora empresa de Evan Spiegel, el marido de Miranda Kerr, cuya función básica se vio replicada en Instagram con el nombre de Stories y en WhatsApp como Estados.
Pero, aunque Phhhoto quebrase ante el empuje de Zuckerberg, sus fundadores (Russell Armand, Champ Bennett y Omar Elsayed) consiguieron que los representase la peor pesadilla de cualquier habitante de Silicon Valley: Gary Reback, un abogado considerado el campeón del antimonopolio por sus pares. El tipo que casi destroza Microsoft en los 90, cuando Bill Gates hacía negocios “como Godzilla”, según uno de los CEO de la época, y trataba de recuperar el terreno perdido en Internet por la fuerza. En general, en casi cualquier caso antimonopolio importante de los últimos 30 años –por tamaño o consecuencias–, Reback siempre ha estado ahí. Consiguiendo victorias para el consumidor frente a la presión de las grandes tecnológicas,
En los 90, las acciones de Reback fueron las únicas capaces de frenar un poco la dominancia de Microsoft, que adquiría empresas como una apisonadora y poco menos que obligaba a que cualquier PC del mundo –cuando no había móviles e Internet gateaba– tuviese que llevar Windows por la fuerza. En 1995 frustró la compra de Intuit, que habría dado a Gates el monopolio casi total del incipiente comercio electrónico; también obligó a que se revisasen las licencias con las que operaba la compañía en el mercado de los ordenadores. Y en 1998, consiguió que se abriese el peor trago que haya pasado nunca Gates (en lo empresarial): el juicio antimonopolio en el que demostró que Microsoft no actuaba a favor de los consumidores, sino a favor de hundir a cualquiera que amenazase su marca. El juicio donde se destaparon correos donde los cachorros de Gates recibían órdenes como “aplastadlos” o “asfixiadles” contra la pequeña Netscape y su navegador web. ..
Sigue leyendo la noticia original en: vanity fair
Esto también te puede interesar
La Fundación i2CAT y su Innovador Banco de Pruebas 5G en Móra la Nova28th Nov 2023
La Transformación de Facebook hacia la Inteligencia Artificial28th Nov 2023
Microsoft y su Relación con OpenAI: Una Necesidad de Mayor Control28th Nov 2023
El Delta del Llobregat se Transforma en un Eje de Innovación y Desarrollo Sostenible27th Nov 2023
El Auge del 5G y su Impacto en el Tráfico de Datos Móviles en Europa27th Nov 2023
España Impulsa el Desarrollo de Tecnologías Cuánticas27th Nov 2023