El metaverso de Facebook es una muy mala idea / Enrique Dans

Diez razones por las que un metaverso creado por Facebook es una muy mala idea

Desde la revista Entrepreneur me pidieron mi opinión sobre los planes que Facebook lleva ya algún tiempo desvelando comenzando a desvelar para la construcción del llamado metaverso, que según la compañía incluyen desde inversiones significativas y la contratación de miles de personas en Europa, hasta eventualmente el cambio de nombre de la compañía para pasar a reflejar su enfoque en ese ámbito.

Hace algunos días, Entrepreneur publicó su artículo en español (pdf) y en inglés (pdf) recogiendo algunas de mis opiniones, y apuntando a algunos de los problemas que, desde mi punto de vista, podría suponer la idea de la creación de un metaverso desde una compañía como Facebook.

La idea del metaverso surgió en la ciencia-ficción, concretamente en la novela de Neal Stephenson publicada en 1992 «Snow Crash«, en la que utilizaba el término para referirse a un mundo virtual tridimensional habitado por avatares de personas reales con capacidades interactivas. Desde entonces, la idea se ha desarrollado de varias formas, desde los primitivos entornos de tipo Second Life y similares, hasta más modernamente en juegos como Fortnite o Roblox. En la adquisición de Oculus VR por parte de Facebook en el año 2014, la compañía ya mencionaba su interés en «crear la plataforma del mañana» y en «cambiar la forma en la que trabajamos, jugamos y nos comunicamos», y los anuncios recientes en torno a este tema parecen seguir por la misma línea.

¿Qué problema tendría el hipotético desarrollo y lanzamiento de un metaverso por parte de una compañía como Facebook?

  1. Reputación: La Facebook de hoy no es la Facebook de 2014, sino que se ha convertido en, posiblemente, una de las compañías con peor reputación del mundo, directamente implicada en cuestiones que van desde manipulación de millones de personas o de procesos electorales, hasta intentos de golpe de estado o genocidios. Muchos de esos episodios tuvieron lugar, además, con pleno conocimiento por parte de la compañía, que era totalmente consciente de lo que estaba ocurriendo en su plataforma, pero que simplemente decidió, de manera completamente unilateral, consciente e informada, no hacer nada, dejar pasar el tema e ignorar su responsabilidad en el asunto. El lema de la compañía hasta hace pocos años, «move fast and break things», refleja perfectamente ese desprecio de la compañía por las consecuencias de sus acciones, y está claramente embebido en la cultura corporativa.
  2. Seguridad y ausencia de transparencia: Facebook ha demostrado en un número muy elevado de ocasiones ser una compañía completamente irresponsable en todo lo referente a su seguridad. Intrusiones con robo de datos personales de millones de usuarios, ficheros almacenados en servidores no protegidos, acceso ilimitado por parte de actores muy poco recomendables, etc. dejan perfectamente claras las prioridades de Facebook a la hora de proteger los datos de sus usuarios. Además, cuando la compañía ha tenido problemas, los ha gestionado con una absoluta ausencia de transparencia, generando debido a ello más problemas para todos los implicados. Facebook, además, ha mostrado su absoluta ausencia de propósito de enmienda: la compañía jamás va a ser capaz de arreglar sus problemas ella misma.
  3. Modelo de negocio: el modelo de negocio de Facebook es perfectamente conocido por todos, y consiste en la explotación prácticamente ilimitada de los datos generados por sus usuarios, tanto de forma explícita (los que conscientemente suministramos a la compañía) como de forma implícita (derivados de sus comportamientos, comentarios, acciones, patrones de conducta, relaciones, etc.) Ese modelo se replica en varias de las propiedades de la compañía, lo que indica que, con prácticamente total seguridad, un metaverso creado por Facebook respondería al mismo patrón: obtener más información de las acciones de sus usuarios para generar variables que los verdaderos clientes de Facebook, los anunciantes, puedan utilizar para segmentar sus campañas.
  4. Modelo publicitario: la administración de la publicidad en Facebook ha sido caracterizada en infinidad de ocasiones por muchos usuarios como enormemente intrusiva. Desde personas a las que se recuerdan insistentemente circunstancias que preferirían olvidar, hasta segmentaciones percibidas como excesivamente personales o como verdaderas invasiones en la privacidad. El diseño de algunas campañas, como las utilizadas por terceras partes en la manipulación de procesos electorales, revela que Facebook ofrece a los anunciantes un francotirador que estiman enormemente certero (la realidad dice otras cosas). Claramente, hablamos de un modelo publicitario que hace aparentemente muy felices a sus clientes, pero muy infelices a esos usuarios que, para la compañía, son simplemente la materia prima con la que la compañía fabrica sus productos.
  5. Gestión de la privacidad: Facebook es una compañía que, en múltiples ocasiones, ha demostrado trabajar en una redefinición de la privacidad, Desde declaraciones de su propio fundador, hasta evidencias como cambios en la configuración de las opciones de privacidad por defecto, que en prácticamente todos los casos han ido en la misma dirección: en la de hacer que los usuarios compartan más información. El ideal para Facebook es una red abierta en la que todos sabemos todo de todos, y en la que los anunciantes pueden explotar todos esos datos para hacer más y más publicidad. La compañía es un auténtico panóptico, que vigila constantemente todas las acciones de sus usuarios para explotarlas comercialmente. ¿Es ese el modelo de metaverso que queremos tener?
  6. Voracidad y ausencia de principios éticos: Facebook ha demostrado en infinidad de ocasiones no detenerse ante ningún tipo de escrúpulo, y trabajar con técnicas de todo tipo para incrementar el tiempo que sus usuarios pasan en sus plataformas. El funcionamiento de sus algoritmos de recomendación, el desarrollo de la interfaz de usuario o la gestión de sus contenidos tratan en todo momento de lograr un solo fin: que el usuario permanezca conectado, compartiendo desde la información que facilita conscientemente en sus interacciones, hasta otros datos que provienen, por ejemplo, de los sensores de sus dispositivos, del análisis de sus cookies o de la información que gestionan en otras páginas conectadas con Facebook. Una voracidad que, en caso de extenderse a un entorno como el metaverso, podría ser potencialmente muy peligrosa. Muy pocas compañías han mostrado un nivel más elevado de irresponsabilidad que Facebook en la gestión de sus principios éticos, en todos los sentidos imaginables. Desde falsear la información que ofrece a sus anunciantes manipulando, por ejemplo, las visualizaciones de vídeo o la eficacia de su publicidad, hasta ignorar conscientemente los posibles efectos negativos que genera en sus usuarios, pasando por engañar abiertamente al regulador, a los medios, a los analistas o incluso a su propio Oversight Board.
  7. Discordancia cognitiva: Facebook siempre, por sistema, lo niega todo. Da exactamente lo mismo que las evidencias en su contra provengan de filtraciones de su propia información interna: la compañía las negará. Este comportamiento es una clara muestra de la disonancia cognitiva que impera en la compañía: siendo perfectamente conscientes de la trascendencia de sus acciones por contar con estudios, datos o información que lo pone de manifiesto, los directivos de la empresa eligen consciente y voluntariamente no hacer absolutamente nada para evitarlo, quitarle importancia o auto-justificarse en función de los resultados financieros positivos que ignorar esa información puede generar para la compañía.
  8. Adquisiciones: Facebook ha mostrado en varias ocasiones un comportamiento abiertamente monopolístico en sus relaciones con otras compañías, a las que no ha dudado en hacer ofertas – generalmente agresivas – para poder integrarlas en su ecosistema. Cuando las compañías han terminado siendo adquiridas, han adquirido muchos de los patrones anteriormente citados y han visto a sus fundadores no solo despedirse, sino en algunos casos, convertirse en activos militantes en contra de Facebook. Cuando las compañías han rechazado las aproximaciones de Facebook, han visto cómo la compañía copiaba su producto de manera impenitente, las veces que fuera necesario, hasta lograr erosionar su mercado.
  9. Mark Zuckerberg: él mismo y su mecanismo. El fundador de Facebook y su personalidad están detrás de la gran mayoría de los problemas a los que nos hemos referido en puntos anteriores. Una persona con un control absoluto y omnímodo de la compañía, que no responde ante nadie, y con una implicación personal fortísima en todas las decisiones que la empresa adopta, con un nivel de responsabilidad en todo el historial de escándalos de Facebook que no puede ocultar ni diluir. En el caso del desarrollo y lanzamiento de un metaverso, un proyecto por el que manifiesta un claro entusiasmo personal, estaríamos en un caso más peligroso aún: decisiones directas tomadas de manera personal por un personaje muy implicado personalmente, que ya ha demostrado en demasiadas ocasiones cuáles son sus prioridades y sus principios.
  10. Plataforma cerrada: por mucho que la compañía pretenda lo contrario y haga gala de sus contribuciones a repositorios de código abierto, la realidad es que hablamos de una empresa que crea jardines vallados en los que aquellos que quieren participar, se ven obligados a hacerlo en unas condiciones claramente marcadas y delimitadas por la propia compañía. El hecho de que para utilizar un visor de Oculus debas necesariamente autenticarte con una cuenta de Facebook deja perfectamente clara su actitud en este sentido. Como ecosistema, un metaverso debería ser completamente abierto en sus estándares y permitir la participación de múltiples actores, no estar dominado o regido por una sola compañía.

Los productos que Facebook tiene en el mercado ya han demostrado en demasiadas ocasiones su nivel de peligrosidad, hasta el punto que deberían ir acompañados de etiquetas de precaución. Los efectos que la compañía genera, dado su alcance, son potencialmente muy peligrosos. Si existiese un carnet por puntos en la gestión corporativa, haría mucho tiempo que los directivos de la compañía habrían sido inhabilitados para llevarla a cabo. La compañía está en el punto de mira de los reguladores debido a infinidad de cuestiones. Pero en lugar de ponerla en cuarentena y de considerarla un actor peligroso y poco recomendable, vamos a convertirla en punta de lanza para el desarrollo de lo que podría llegar a ser el nuevo modelo de interacción y relación en la web.

¿Qué podría salir mal?

Noticia publicada originalmente en el blog de Enrique Dans

 

 

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