Desde la señal que solo permitía llamadas telefónicas hasta aquella que permitirá desbloquear el verdadero valor del Internet de las Cosas, así es como ha ido evolucionando la tecnología móvil desde épocas tan inverosímiles como los 70.
Atrás quedaron los días en que los politonos del móvil se descargaban enviando un mensaje al 5555 y en que las imágenes se compartían a través de infrarrojos (el bluetooth era considerado tecnología de vanguardia). Hoy, la tecnología móvil es una de las más presentes en la vida cotidiana y gracias a ella podemos ver vídeos, escuchar música, enviar mensajes instantáneos gratuitos, utilizar las redes sociales, jugar videojuegos, sacar fotos, realizar videollamadas al otro lado del mundo e incluso trabajar. Todo, desde un solo lugar: el smartphone.
Las redes 3G son probablemente las que más recordamos, ya que fueron las que vinieron a revolucionar la forma en la que nos comunicábamos en ese entonces y las que pusieron en nuestras manos los primeros smartphones. Sin embargo, si existe una tercera generación, tendrían que existir la primera y la segunda. Ésta es la historia de la conectividad móvil.
1G, el origen
Es 1970, las palabras “tecnología celular” comienzan a sonar entre los conocedores del área. Es la era predigital y un nuevo estándar de conectividad, cuya señal transmitida se dividía en pequeñas células interconectadas, veía la luz. Gracias a él, las personas podrían realizar llamadas a través de dispositivos sin cables.
No fue hasta los 80 cuando Motorola desarrolló y puso a la venta el primer teléfono móvil del mundo, que aprovecharía este tipo de comunicación analógica: el DynaTAC 8000X, un aparato enorme para los estándares actuales que pesaba casi un kilo, mejor conocido como “el ladrillo”, que en España utilizaba el estándar de conectividad TMA (Telefonía Móvil Automática) en las bandas de 450 MHz y luego en las de 900 MHz. Con este dispositivo, y con los que le siguieron de otras marcas, solo se podían hacer llamadas telefónicas, con una calidad de voz regular.
2G y la masificación
En la década de los 80, mientras los “ladrillos” comenzaban a masificarse, la tecnología continuaba avanzando y aparece el estándar GSM (Global System for Mobile Communications). En los 90, ya comienzan a aparecer los primeros teléfonos móviles que soportan esta nueva conectividad de segunda generación (2G), que viene a cambiar los protocolos de analógicos a digitales.
Con GSM llega la transferencia de datos a una mayor velocidad, una notable mejora en la calidad de voz y entra en el juego el indiscutido protagonista de esta generación, los SMS (Short Message Service). También se podían intercambiar imágenes y audios, y en sus versiones más avanzadas, incluso permitía navegar por internet a través de los portales WAP, que eran sitios especialmente optimizados para su uso en móviles.
Nokia, Motorola y Ericsson eran los reyes del mercado y ya hacia principios del 2000, la cuenta del móvil ponía en aprietos a los adolescentes de todo el mundo que pagaban por descargarse ringtones y enviaban SMS como si no hubiera un mañana. Aquí nace el germen de lo que se transformaría el móvil para los jóvenes actuales, que en ese entonces no tenían TikTok ni Instagram, pero jugaban al Snake y “chateaban” con emoticones hechos de símbolos.
Pero mientras avanzaba la década, y la tecnología de los móviles, quedaba cada vez más patente que era necesario avanzar esa conectividad. Así nace EDGE (Enhanced Data Rates for GSM Evolution), que acercó a una generación a lo que posteriormente sería una realidad con el 3G: el internet móvil.
3G, el game-changer
Ya para la primera década del siglo, los móviles empiezan a integrar las funcionalidades de otros dispositivos, como cámara de fotos, GPS, videojuegos, agenda electrónica y reproductores multimedia, entre otros. La idea de tener todo en un solo lugar comienza a ser realidad con la llegada de los primeros smartphones, que mostraron su verdadero potencial con la llegada del 3G, marcando un antes y un después en lo que entendemos como conectividad móvil.
La navegación por internet, que antes estaba relegada a los ordenadores, ahora es una posibilidad en ese pequeño aparato de bolsillo que, a estas alturas, ya había adquirido un diseño casi futurista: a finales de la década, Apple lanzaba su iPhone 3G, con pantalla táctil y sin botones, que se convirtió en el protagonista de esta tercera generación.
El 3G, basado en la tecnología UMTS (Universal Mobile Telecommunications System), permitía mucha más velocidad en la transmisión de datos, tanto así que se podían utilizar aplicaciones de comunicaciones, música y vídeo en tiempo real. YouTube, Spotify, Facebook, Whatsapp y todas las grandes redes sociales y plataformas estaban ahora al alcance de la mano (literalmente).
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