De la fábrica a la impresora 3D

La fabricación aditiva reduce los costes y los tiempos de fabricación y no ha dejado de crecer en la última década

Antes los componentes, las piezas, las prótesis se construían. Se armaban entre ellos como un puzzle. Ahora se imprimen. La impresión 3D la inventó Charles W. Hull en 1983 pero en la última década la cantidad de aplicaciones que ofrece esta tecnología, le ha dado mucho más protagonismo.

Lo usos de las impresoras 3D son múltiples. En el sector aeroespacial se usan para la fabricación de piezas que además pueden ser modificadas rápidamente cambiando su diseño a través de un programa de ordenador. Lo mismo ocurre en el sector de la automoción. En el caso de la arquitectura, la impresión 3D sirve para generar inmuebles en miniatura y poder mostrarlos a los posibles compradores. Facilita exponer el trabajo.

El campo de la medicina es uno de los que más se han beneficiado de su uso. Con esta tecnología de fabricación aditiva se pueden fabricar prótesis, pero no solo eso. También ayuda a emular tejidos y órganos para facilitar la investigación y afrontar intervenciones quirúrgicas.

Aunque lo más frecuente es el uso de materiales termoplásticos para conseguir la creación final, las máquinas de impresión también trabajan con composite (filamentos formados por más de un material), metales como el acero inoxidable o la cerámica.

Impresora 3D, una más en la empresa

El Informe de aplicaciones de impresión 3D de 2022, elaborado por la compañía Formlabs junto a Industry Week y Machine Design pone de manifiesto cómo crece este sector. Las conclusiones del informe se alcanzaron después de entrevistar a 400 participantes, de los cuales el 72% utilizan asiduamente la impresión 3D.

Puesto que el uso de esta tecnología consigue reducir los costes dentro de la organización que la usa, cada vez es más frecuente encontrar una impresora 3D en los procesos de producción de compañías dedicadas a distintas actividades. Algunas de las razones que manifiestan los encuestados para su uso son: la rápida innovación que permite, la satisfacción de la demanda de los clientes, la velocidad de lanzamiento al mercado, el refuerzo de la cadena de suministro y por último, la ventaja que genera en cuanto a competitividad.

«En los próximos años, en el campo de la cadena de suministro y la fabricación, veremos más aplicaciones de uso final de la impresión 3D diseñadas para proporcionar a los usuarios productos más personalizados”, explica Dávid Lakatos, director de productos de Formlabs. Y termina: “Ofrecerá nuevas posibilidades a los diseñadores de productos y a los ingenieros para innovar e instaurar nuevas formas para que los clientes accedan en masa a bienes de consumo personalizados como auriculares o prendas de vestir”.

Share:

Facebook
Twitter
Pinterest
LinkedIn
Scroll al inicio