CHUS BLASCO / ¿Orden o libertad?

Riesgo inteligente

En un contexto postpandemia, actuar como si nada hubiera ocurrido, sería una grave de falta de responsabilidad individual y colectiva. Necesitamos impulsar acciones transversales en diferentes ámbitos teniendo en cuenta las consecuencias de lo que hemos vivido estos dos últimos años. No caigamos en la trampa de medir cuánto falta para “llegar a la recuperación”. Es una visión económica que está basada en un modelo agotado.

La pregunta clave que debemos hacernos es cómo nos organizamos para afrontar los nuevos retos como sociedad. ¿Más orden, más libertad? Es un dilema profundo. La política se sitúa en los extremos cuando la complejidad y la incertidumbre es muy alta. Podemos reconocer los extremos y juzgar si está bien o está mal. Pero no podemos calcular lo que es correcto, no podemos saber si estaría mejor un 10% más o un 5% menos. Los indicadores de economía no nos ayudan cuando hablamos de bienestar social.

 

El orden nos da certezas

El orden proporciona seguridad. Como personas que vivimos en sociedad, queremos sentirnos alejadas del caos. Así que confiamos en que el orden es lo que garantiza nuestra libertad. El objetivo del orden es que salga todo exactamente como estaba previsto. Cuando obedecemos el orden establecido, estamos confiando en que alguien sabe mejor que nosotros lo que hay que hacer. Tiene consecuencias, porque dejamos de sentir responsabilidad por nuestras acciones.

Buscando certezas en un mundo que no deja de cambiar, hemos hecho crecer unas estructuras burocráticas hasta el extremo. Sin apenas darnos cuenta, nos inundan y nos limitan en muchos ámbitos de nuestras vidas. El exceso de Administración y de sistemas burocráticos han dilapidado la motivación intrínseca y el emprendimiento. La burocracia es una estructura del siglo XIX, de cuando la mayoría de los trabajadores eran analfabetos. Para transitar en el mundo actual donde el conocimiento se expande con facilidad gracias a Internet, necesitamos eliminar tanta rigidez. En lugar de inmovilismo, necesitamos más transformación.

Para hablar de libertad en las organizaciones es imprescindible mencionar a Frederic Laloux, el autor de Reinventar las organizaciones. Como dice en una entrevista recienteTenemos un modelo de gestión que está obsoleto. Las cosas se han hecho cada vez más complejas, pero la manera de gestionarlas sigue siendo básicamente la misma.”  Laloux parte de la base de que la mayoría de la gente tiene la motivación necesaria para tomar las mejores decisiones si se crean las condiciones correctas. Las organizaciones deberían adecuar las competencias de las personas al servicio del cliente, del consumidor y del ciudadano.

 

Libertad y riesgo inteligente

En las empresas, la única constante es el cambio y el riesgo. Lo explica perfectamente Antoni Abad en una entrevista al dejar la Presidencia de CECOT. Reivindica la libertad y el riesgo inteligente. En sus declaraciones, deja claro que “la política en este país defiende poco la libertad”. Afirma que “nos conviene un ciudadano que se plantee la relación entre el Estado y uno mismo.”  Necesitamos debatir temas más profundos porque la “obediencia ciega” nos lleva a dejar de ser críticos. La falta de responsabilidad individual construye una sociedad inmadura que no evoluciona.

Necesitamos estructuras organizativas que puedan combinar el orden con la libertad. La dimensión apropiada depende de lo que se esté intentando hacer. Cuando se trata de acción, necesitamos unidades pequeñas, porque la acción es un tema altamente personal. Los que trabajamos con empresas sabemos que no se puede progresar sin ofrecer a las personas un amplio margen de libertad. Laloux demuestra cómo es posible llegar a un lugar evolutivo donde pequeñas unidades autónomas logran resultados extraordinarios. Pero no debería tratarse sólo de empresas. Cualquier organización debería estructurarse en relación con el objetivo que persigue y al contexto. Si cambia el contexto, hay que adaptar la organización.

¿Orden o libertad? Necesitamos libertad para que haya más personas que generen grandes cantidades de pequeñas unidades autónomas que pongan en acción iniciativas culturales, sociales y económicas. Al mismo tiempo, necesitamos el orden de la gran escala, la perspectiva global y la coordinación. Necesitamos modelos de gobernanza con la visión sistémica necesaria para progresar. Tomemos conciencia y seamos críticos para enfrentar nuestras creencias con nuestros valores y decidir lo que está bien y lo que no. Es nuestra responsabilidad.

 

“Saber qué hacer y no hacerlo es lo mismo que no saber qué hacer.” Robin Sharma

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