Dilemas sistémicos
El hombre es el único animal cuyos deseos aumentan a medida que se alimentan. Henry George
Con esta frase del economista Henry George empieza la última temporada de la serie de Netflix Borgen: Reino, poder y gloria. La trama empieza con el descubrimiento de un yacimiento de petróleo en Groenlandia. La explotación de recursos fósiles supone para Groenlandia el acceso directo a cuantiosos ingresos que cambiarían su economía de forma significativa. El gobierno danés, en cambio, se enfrenta al compromiso con sus ciudadanos con relación a sus políticas ante el cambio climático. La expectativa de una “lluvia de millones” frente a la responsabilidad social y ambiental. La perspectiva nos recuerda que los políticos son adictos al crecimiento porque pueden aumentar los ingresos fiscales sin subir los impuestos. El dilema está servido.
Por otro lado, Amazon nos ha mostrado cómo han aumentado los deseos de las personas del mundo occidental. En los últimos 10 años ha cambiado de forma radical nuestros comportamientos de compra. El comercio local siempre había existido para cubrir las necesidades de intercambio comercial en el territorio de influencia en el que se ubicaba. Ahora, con un solo clic podemos tener cualquier cosa que deseamos en nuestro domicilio en tan solo 24 horas. Como consumidores, nos hemos habituado enseguida a la solución más cómoda y barata. Otro dilema. Somos insaciables. Los pequeños comerciantes no tienen los recursos de los gigantes tecnológicos, así que no pueden competir. La pandemia lo aceleró. El precio del triunfo de Amazon ha sido que miles de comercios han desaparecido. Los nuevos hábitos de compra forman parte del nuevo contexto. Pero echamos de menos la riqueza social que aportaban los locales que han bajado la persiana.
El dinero no es sólo dinero
La explotación de combustibles fósiles compromete los compromisos adquiridos para frenar el cambio climático. El comercio dominado por gigantes tecnológicos destruye la red de comercio local. Hay crecimiento económico que destruye valor.
Son dilemas que no pueden resolverse sólo en términos económicos. Necesitamos perspectiva para comprender el impacto sistémico. Por eso deberíamos exigir mejores políticas tributarias. Seamos conscientes de lo adictos que son al crecimiento. Es demasiado fácil confiar en el crecimiento para recaudar más impuestos. Desconfiemos de un sistema que sólo crece. Especialmente cuando hay crecimiento que destruye valor medio ambiental y social. Hemos creado un sistema insaciable.
Los economistas miden la actividad económica como si el significado del volumen económico fuera el mismo. Como dice Rory Sutherland, “los economistas cometen un error fundamental y es que piensan que “el dinero es dinero”. Es un error, porque el significado sí que importa.
La búsqueda del equilibrio
El intercambio comercial ha formado parte de la actividad humana desde tiempos que nos quedan muy lejanos. Nos lo explicó Josep Maria Cruset, President del Port de Tarragona a los asistentes al #trinxat el pasado jueves. El dato inicial de la velada: el 90% del transporte internacional se hace por vía marítima. La gestión de los flujos constantes de mercaderías entre continentes tiene una enorme complejidad. Cualquier incidente puede provocar tensiones importantes en el sistema productivo. Cruset nos puso como ejemplo el precio de transportar un contenedor al sudeste asiático; antes de la pandemia era de 4000$. Cuando se recuperó la actividad, llegó a multiplicarse por tres. La oferta y la demanda fueron equilibrando el precio a la baja, que ahora es de 8000$. ¡El doble! Estos costes son los que después vemos reflejados en los precios de los productos que consumimos.
Cruset nos habló de la gestión singular del Port de Tarragona. Su actividad principal es hacer posible que las mercaderías circulen. Compiten con el resto de los puertos. Su sistema logístico tiene que mejorar su eficiencia a menor coste para que compensen los aumentos de precio y las empresas navieras los elijan. Si no lo son, las compañías elegirán otro puerto para transportar su carga. Generan sus propios ingresos con su actividad para que les permita afrontar sus gastos, así que no consumen recursos tributarios. Trabajar de forma eficiente les permite tener superávit y reinvertirlo.
Ventaja competitiva y sostenibilidad
El volumen que mueve el comercio internacional en millones de dólares son productos que la sociedad demanda, tanto los que son necesarios como los que serían prescindibles: alimentación, industria, consumo… Como dijo el President del Port de Tarragona: “si la reflexió sobre la sostenibilitat no la fa la societat, la farà el mercat”.
Competir con otros en cualquier actividad comercial implica entender que el contexto es global. Si no eres el mejor, otro lo hará por ti. Si no consigues suficientes encargos a un precio competitivo y/o si no tienes un equipo comprometido para cumplir ese encargo de la mejor manera, no tienes ninguna posibilidad. No hay equilibrio. Como consumidores somos insaciables. Es nuestra naturaleza. Lo que necesitamos es espabilar como sociedad en un contexto global, complejo y competitivo. Otros ya lo han hecho. El mundo no nos está esperando.
El mayor peligro en tiempos turbulentos no es la turbulencia; es actuar con la misma lógica que antes. Peter Drucker
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