Mentoring y transformación
La creencia de que la única razón por la que trabajamos es el dinero nos impide enfocar en positivo muchas de las oportunidades que trae consigo la digitalización de la economía. Pensamos en clave «todo o nada» en cuanto al acceso al mercado laboral. O trabajas o no trabajas. O estás en activo o estás jubilado. El sistema económico actual está prescindiendo de los valores que son más sólidos cuanto más tiempo pasa. Uno de los ejemplos de este marco mental es considerar que alguien que tiene más de 50 años apenas tiene futuro laboral. Algunos de mis clientes, ya han pasado hace tiempo esta edad y son grandes contribuidores de riqueza y ocupación. En su forma de pensar, igual que en la mía, “retirarse” ni siquiera está en sus planes.
De la consultoría al mentoring
En el contexto actual, dirigir y tomar decisiones en solitario en cualquier empresa, no es recomendable para afrontar la complejidad. Adaptarse implica cambiar y no dejar de cambiar. Para impulsar cualquier transformación, el asesoramiento estratégico inicial es clave. Pero no puede confundirse con la responsabilidad real de implementar los cambios, de transformar la propia organización.
Mi experiencia como consultora me ha permitido descubrir que hay clientes que quieren milagros. Resulta mucho más fácil pensar que es imposible resolver un problema que pensar que lo que tienes que hacer es cambiar tu. Hay asesores que se sorprenden cuando hablo de la importancia de elegir a los clientes. Muchas personas confían en la “solución mágica” de alguien externo a su negocio. La perspectiva de una colaboración externa a la propia empresa puede ser muy valiosa. Pero cuando la persona que la dirige no está dispuesta a aceptar que tendrá que cambiar sus acciones para cambiar sus resultados, tenemos que decirle que no le podemos ayudar. El problema real es admitir que impulsar el cambio en la empresa que dirigen es su responsabilidad. Es más fácil cambiar de asesor que de creencias.
Las personas conscientes de que necesitan una transformación necesitan otro tipo de colaboración, que les permita evolucionar y no dejar de aprender. El mentoring es una de ellas. Es una metodología de aprendizaje destinada a desarrollar el potencial de las personas a partir de la experiencia. Es una relación de ayuda que se basa en el poder de las conversaciones como palanca del cambio. La clave es la confianza entre el mentor y la persona mentorizada. La colaboración tiene como propósito conectar a las dos personas para compartir experiencias y aumentar su conocimiento profesional que resulte en una transformación que perdure.
Cualidades muy humanas
Utilizar las conversaciones como palanca transformadora implica cultivar cualidades que son en realidad muy humanas. De acuerdo con los autores de “Managers as mentors” un buen mentor debe cultivar estas siete cualidades, que muestran el espíritu de largo plazo de la relación. 1) Equilibrio. Una relación basada en el aprendizaje es una alianza que persigue el equilibrio porque está basada en intereses mutuos y en el respeto. Se cultiva la autenticidad y la transparencia. 2) Comunicación honesta. El mentoring empieza por la sinceridad genuina del mentor; decir la verdad es una cualidad imprescindible en la relación. 3) Confianza. En el inicio de la experiencia, se produce un “acto de fe” inicial. 4) Abundancia. A medida que el mentor da y el “alumno” corresponde, la generosidad inicial convierte en abundancia la característica básica de la relación. 5) Pasión. El aprendizaje eficaz tiene una vitalidad que no es lógica, racional ni ordenada, porque la energía está impulsada por el amor al proceso de aprendizaje. 6) Coraje. La mentoría requiere coraje; aprender requiere coraje. La colaboración se basa en la valentía. 7) Ética. No hay mentoring posible sin honestidad y coherencia.
El legado del aprendizaje
Dice Jack Ma, el fundador de Alibaba, que a partir de los 50 deberíamos dedicarnos a enseñar lo que hemos aprendido. Tiene sentido para mí. Mi experiencia más reciente como mentora de asesores me ha enseñado a multiplicar el valor gracias al conocimiento, a hacer mejores preguntas y a utilizar el potencial de la tecnología para ayudar a otras personas. También me ha proporcionado muchas dosis de humildad, que agradezco. Ser mentor es un honor que te otorgan las personas que ven que su potencial se ha incrementado gracias a la relación que tienes con ellas. “Es un privilegio poco común ayudar a otro a aprender, tener la sabiduría relevante para ser útil a otro y asociarse con alguien que pueda beneficiarse de esa sabiduría.”.
El sistema económico actual se ha basado en las personas como “factores de producción”. Esta forma de pensar nos impide conectar las empresas y organizaciones con el aprendizaje. Mientras esperamos “milagros”, o que sean “otros” los que resuelvan nuestros problemas, estamos desperdiciando el mayor potencial de las personas. Especialmente de los que acumulan décadas de experiencia. Deberíamos tomar conciencia de ello.
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