Fuentes y documentos analizados por el ‘Washington Post’ demuestran que China captura y analiza billones de datos diariamente para usarlos en planes de propaganda y manipulación
Un nuevo trabajo de investigación del ‘Washington Post’ arroja conclusiones preocupantes sobre las actividades del Gobierno chino para la captura y análisis de datos diaria de miles de millones de personas usando enormes sistemas de inteligencia artificial. Su objetivo: “equipar a sus agencias gubernamentales, militares y policía con información sobre blancos extranjeros”.
Según el prestigioso periódico norteamericano, la red de vigilancia y captura de datos fue desarrollada durante la pasada década. El sistema informático —compuesto por cientos de redes y sistemas— persigue principalmente a los ciudadanos chinos, pero desde 2020 incluye ‘software’ diseñado para la captura y análisis de datos de los ciudadanos de países occidentales, algo que incluye todos sus movimientos en redes sociales.
Una red activa las 24 horas del día
El ‘Washington Post’ ha analizado documentos y contratos de 300 proyectos del Gobierno chino diseñados para este cometido. También han contado con fuentes internas confidenciales que han confirmado cómo funciona esta red de minería de datos diseñada principalmente para contrarrestar movimientos de información virales y realizar campañas de desinformación usando las mismas redes sociales que utiliza para la captura de datos.
“Estas redes de arrastre de vigilancia son parte de un esfuerzo más grande de Pekín para refinar sus esfuerzos de propaganda usando el análisis masivo de datos y la inteligencia artificial”, mantiene el diario. Los sistemas de vigilancia y análisis funcionan constantemente. Dentro del país, las fuentes del ‘Washington Post’ denuncian que estas redes monitorizan todas las comunicaciones, detectando patrones que son notificados en un flujo centralizado en una organización llamada Administración China de Ciberseguridad.
Su labor ha sido la caza de disidentes en el país y la “orientación de la opinión pública” que, según el ‘Post’, son acciones para “moldear el sentimiento público a favor del Gobierno a través de propaganda y censura selectivas”. Este esfuerzo —que empezó a rodar como política de Estado después de que las protestas de la Plaza de Tiananmén de 1989 sorprendieran al Gobierno— se ha extendido ahora a todo el mundo.
Según Mareike Ohlberg —un miembro sénior de la fundación German Marshall que también ha investigado las acciones chinas en profundidad—, “ahora están reorientando parte de ese esfuerzo hacia el exterior, y creo que eso es francamente aterrador, mirando el gran número y la gran escala del programa dentro de China […] su responsabilidad es defender a China en el extranjero y luchar en la guerra de la opinión pública en el extranjero”.
TikTok y las redes sociales
Pero no es solo para defender a China e intentar alterar la imagen del país asiático en Occidente. Hace poco charlamos con…
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