Emerge, la empresa fundada en Los Ángeles por el madrileño Isaac Castro, nos permitirá abrazar a un ser querido del que nos separan miles de kilómetros. Un firme apretón de manos hacia una realidad virtual absolutamente inmersiva.
Sentado, con sus gafas de realidad virtual puestas, dibuja con sus manos un corazón en el vacío. Alguien a miles de kilómetros lo recibe convertido en caricia. No es un símil y mucho menos una metáfora. Un ingeniero español, afincado hace años en Los Ángeles (EEUU), quiere que puedas sentir Internet y abrazar a un ser querido del que te separa un océano. Su nombre es Isaac, de apellido Castro, y está aquí para regalarle al mundo, previo pago, entiéndase, sentir desde la ausencia. Su destino, lograr el gaseoso abrazo de quien percute el gesto en la otra punta del planeta. Si ya podemos vernos, ¿por qué no tocarnos? El camino no ha sido fácil. Pero aquí está, coronando la artificialidad de todos los sentidos. Invocando una sinestesia material. Impregnar, aunque parezca mentira, el sonido del tacto.
Ha sido, desde que tuvo herramientas mentales para serlo, un tecnólogo. Disfruta configurando la materia al antojo de sus deseos para que obedezca a los caprichos de la mente. Trastear, cacharrear, soldar, componer, dibujar… hasta decantar sus dones por la salud. ¿Acaso hay empresa más noble a la que dedicar el genio que pelear contra la muerte enamorada? Colchones… ¡Pero no colchones cualesquiera! Colchones de faquir inteligentes. Colchones de película de David Cronenberg. El cáncer, gracias a los avances médicos y científicos, cada vez mata menos, pero su tratamiento hace al que lo padece vivir peor. Su futurista colchón mitigaba ese dolor, mantenía la posición milimétrica del cuerpo a fin de poder recibir los martillazos de radiación en los puntos flacos de la enfermedad, minimizando su negativo impacto en otras partes del cuerpo.
Era el primero de muchos inventos por venir, y el joven tecnólogo ya había recibido todos los reconocimientos imaginables en un ecosistema como el español en el que a veces parece que hay más premios que proyectos y más incubadoras que huevos. El auténtico premio fue las personas que nuestro Edison patrio pudo conocer. La cama, cual alfombra mágica, le llevó a algunos de los foros internacionales más prestigiosos del mundo. Algunas de las personas que conoció en ellos son hoy, más de 10 años después, actores fundamentales de su proyecto vital. Es el caso de Javier Santiso. En su maravilloso despacho/galería/editorial nos reunimos con nuestro protagonista rodeado de cuadros de Lita Cabellut.

La senda ha sido una polaroid de emociones y lugares. Antes de tirarse de cabeza a la manufactura del tacto digital, llegó a participar de los procesos de paz con las FARC, en Colombia. En el sector puede que falten huevos, a Castro le sobran…
(Recorte de prensa / Clipping)
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