Los recientes conflictos entre los gobiernos democráticos y las grandes tecnológicas como X (antes Twitter) y Telegram evidencian la necesidad de que Europa desarrolle sus propias infraestructuras digitales para proteger su democracia.
La negativa de Elon Musk a acatar las órdenes judiciales en Brasil y la detención del CEO de Telegram, Pável Dúrov, en Francia, han puesto de manifiesto que los gigantes tecnológicos están retando cada vez más a los gobiernos. Estas situaciones destacan la urgente necesidad de que Europa tome control de su soberanía digital y desarrolle infraestructuras digitales propias, sujetas al control democrático y que protejan los valores europeos.
La Ley de Servicios Digitales (DSA) es un primer paso en esta dirección, pero aún es insuficiente. La reciente detención de Dúrov, acusado de no controlar el uso de su plataforma para actividades delictivas, muestra el delicado equilibrio entre libertad de expresión y responsabilidad que deben mantener estas plataformas. Los grupos de extrema derecha están usando estas situaciones para defender su discurso, mezclando la responsabilidad tecnológica con la defensa de sus intereses, lo que pone en peligro los valores democráticos.
La creación de infraestructuras digitales públicas, sujetas a control democrático y libres de intereses empresariales, es crucial para garantizar que internet siga siendo un espacio que sirva al bien común. Si Europa no actúa pronto, los grandes monopolios tecnológicos podrían socavar los principios fundamentales de la democracia y distorsionar el debate público.
¿Cómo podrá Europa encontrar el equilibrio entre regulación y promoción de la innovación para asegurar su independencia digital sin sacrificar los valores democráticos?
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Este artículo es un resumen comentado basado en la tribuna original publicada en El País el 10/09/2024. Puedes leer el artículo completo aquí.
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